lunes, 4 de junio de 2007

Lecturas Domingo 10 de Junio

Primera Lectura: Génesis 14, 18 - 20

Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo, y le bendijo diciendo: “¡Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de cielos y tierra, y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!” Y Abram le dio el diezmo de todo.



Salmo 110, 1 - 4

Oráculo del Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra, hasta que yo haga
de tus enemigos el estrado de tus pies.

El cetro de tu poder
lo extenderá el Señor desde Sión:
¡domina en medio de tus enemigos!

Para ti el principado el día de tu nacimiento,
en esplendor sagrado desde el seno,
desde la aurora de tu juventud.

Lo ha jurado el Señor y no ha de retractarse:
“Tú eres por siempre sacerdote,
según el orden de Melquisedec”.



Segunda Lectura: Primera Carta a los Corintios 11, 23 - 26

Queridos hermanos, yo recibí del Señor lo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: “Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes; hagan esto en recuerdo mío”. Asimismo también tomó la copa después de cenar diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la beban, háganlo en recuerdo mío”. Cada vez que comen este pan y beben esta copa, anuncian la muerte del Señor, hasta que venga.



Evangelio según San Lucas 9, 11 - 17

Las gentes siguieron a Jesús, y él, acogiéndolas, les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: “Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado”. Él les dijo: “Denles ustedes de comer”. Pero ellos respondieron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente”. Pues había como 5.000 hombres. Él dijo a sus discípulos: “Hagan que se acomoden por grupos de unos cincuenta”. Lo hicieron así, e hicieron acomodarse a todos. Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.